UNA ESCULTURA PARA HABITAR
Nací en Granada en 1986, dentro de una familia fuertemente vinculada al mundo del arte. En Granada y durante los veranos de mi infancia en un pequeño pueblo al pie de la Alpujarra descubrí la luz y el color. La luz como escultora de volúmenes blancos sobre el fondo de color presente en el paisaje andaluz, la cerámica de fajalauza , las pinturas de José Guerrero, la Alhambra , o el jardín de mi familia.
Siempre quise estudiar bellas artes, pero el lado técnico de mi padre, ingeniero, me hizo optar por arquitectura. Estudié en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid y en el Illinois Institute of Technology donde obtuve la mención de excelencia académica. Durante estos años trabajé la abstracción, la idea y el concepto, desarrollando un gran interés por el arte contemporáneo que constituye hoy una herramienta fundamental en mi proceso creativo.
Mi acercamiento a la arquitectura tiene un fuerte carácter plástico, creo en la arquitectura como una escultura habitada. La introducción de elementos de marcada geometría articulan y definen el espacio tratándolo como un sólo fluido en el que son protagonistas. Mi trabajo se interesa en la disolución de los límites entre arquitectura y otras disciplinas artísticas, así una planta puede ser una pintura o la extrusión de una pintura puede entenderse como un edificio.
Creo en la arquitectura como un juego en el que las reglas son definidas por la función, el lugar y los condicionantes propios a cada proyecto, que constituyen la única diferencia con otras artes plásticas. No creo en la arquitectura icónica pues son las personas que la habitan quien deben ser los protagonistas dentro de un todo coherente y formal en el que principal objetivo es sentirse bien.